La tarea de los padres es:

Dar amor, crecer con fé y dar fuerza para mantener la esperanza.

18 de abril de 2015

Las palabrotas

Todos los niños dicen palabrotas en algún momento. Son algo normal en determinadas etapas del desarrollo de los pequeños. En su proceso de desarrollo y maduración, los niños transitan un camino complicado, de reafirmación de la identidad, de ensayo de aquello que pueden y no pueden hacer y de exploración de formas de acción y de expresión. Las palabrotas forman parte de una forma del lenguaje que escuchan en adultos y en niños mayores. Las palabrotas se convierten en palabras no permitidas para ellos, pero pronunciadas por aquellos que tienen un estatus deseado por los pequeños. En la mayoría de los casos, los niños solo son conscientes del sentido despectivo de las palabrotas, pero desconocen su significado.
Las palabrotas en los niños son una manera de transgredir las normas y poner a prueba los límites. Son su forma de probar donde pueden llegar y donde no. De comprobar hasta qué punto son mayores para poder hablar como hablan los mayores.
Las palabrotas son una conducta atractiva para los niños, ya que suponen la conducta que observan en los adultos y en otros niños mayores. Las palabrotas muestran el tipo de conducta que emiten personas que admiran y que quieren llegar a ser.
Aunque las palabrotas sean un tipo de conducta que nos desagrada y que no debemos dejar pasar en los niños, no debemos alarmarnos demasiado. Es fundamental comprender el por qué nuestros pequeños dicen palabrotas y cómo podemos actuar ante ellas, para evitar que se conviertan en un hábito para estos.

Consejos para evitar las palabrotas.

  1. Educa con tu ejemplo. Evita decir palabrotas, los niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos. Si les prohibimos decir palabrotas y nosotros las decimos les mandamos un mensaje contrario.
  2. Cuando el niño diga alguna palabrota no te rías de lo que ha dicho. El niño puede resultarnos muy gracioso al pronunciar una palabra malsonante, pero al reírnos lo que hacemos es reforzar esa conducta.
  3. Ante determinadas palabrotas aisladas y sin que estén dirigidas a otras personas, es mejor no prestar atención y desviar su atención. El niño no sabe lo que significa y repite la palabrota fuera de contexto para comprobar la reacción ante la misma. Si no prestamos atención a la misma, lo normal es que acaben olvidándola.
  4. Cuando las palabrotas sean persistentes y se dirijan directamente hacía otras personas. Debemos explicar al niño, con un vocabulario adaptado que esas palabras están mal dichas y que pueden hacer daño a los demás.
  5. Enséñale a cambiar las palabrotas por otras palabras más adecuadas que le ayuden a expresar su estado emocional.

No hay comentarios.: