Yo nací siendo tímida. En
realidad, hablar y conocer personas nuevas nunca ha sido fácil para mí y aunque aprecio mis momentos de soledad, no son absolutamente necesarios para
recargar mis energías.
Sin embargo, en marzo del 1996 nació
mi primer y único hijo, quien desde bebé demostró una personalidad tranquila y
definitivamente tenía sus preferencias de quien lo podía tomar en brazos.
Conforme creció, no fue difícil ver
que mi pequeño es tímido: no le gustaba estar entre un mar de gente, ni
conocer gente nueva. Era callado y le toma su tiempo acostumbrarse a nuevas
experiencias.
Desde un principio me pareció cómico
que una persona social entre familia como yo, tuviera un hijo
completamente opuesto.
No lo voy a negar: hubo muchas
ocasiones en donde pensé que sería mucho más fácil si él fuera sociable;
incluso llegué a pensar que mi hijo tenía que cambiar. ¡Qué equivocada estaba!
He aprendido muchas cosas de él,
cosas que alguien que no es tímido por naturaleza, jamás podría aprender.
Estas palabras se las dedico a él y
a todo niño o niña tímida, quienes necesitan saber que son perfectos tal y como
son.
La timidez no es una enfermedad
Muchos piensan que alguien que es
tímido necesita cambiar, lo tratan casi como si su timidez fuera una
enfermedad.
Estoy aquí para decir que no
lo es, y que una persona tímida es igual de chistosa, alegre y amigable que una
persona sociable.
El detalle es darles su tiempo para
que te puedan demostrar de manera integral quiénes son.
El único mensaje que debemos darles
es que no precisan cambiar, pues una persona social no vale más que una persona
tímida.
Los que hablan poco, observan más
Me he dado cuenta que mi hijo tiene
memoria fotográfica para detalles, lugares y personas. Aunque no dice mucho,
observa y aprende con todos sus sentidos.
Cuando pienses que tal vez no
recuerdan un lugar o algo que les enseñaste, prepárate para sorprenderte al ver
que recuerdan todo.
Al mismo tiempo, ellos observan
hasta el más mínimo detalle y es por eso que ha sido una bendición ver el mundo
a través de los ojos de mi hijo: todo es maravilloso, todo merece su atención y
muchas veces él nota detalles que para mí pasan desapercibidos.
Cuando se sienten cómodos, son
leales a morir
Como dije antes, a estos niños les
toma su tiempo sentirse cómodos con alguien a quien no conocen; sin embargo,
cuando se sienten cómodos, te demuestran con hechos cuánto te estiman y que
reconocen lo que haces por ellos.
Son leales y te hacen sentir su amor
de una forma mucho más sensible y delicada.
Estos pequeños tienen el don de amar
con hechos y, la mayoría de las veces, es todo lo que necesitas, pues las
palabras salen sobrando
Ama a tu hijo
tímido y jamás le mandes el mensaje de que necesita cambiar.
Conforme
pase el tiempo, él se volverá más social por decisión propia, aunque siempre
mantendrá una personalidad más tranquila, callada pero increíblemente amorosa y
detallista.
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