La tarea de los padres es:

Dar amor, crecer con fé y dar fuerza para mantener la esperanza.

8 de enero de 2016

COMO CAPTAR LA ATENCIÓN DE LOS NIÑOS HIPERACTIVOS EN EL AULA.



La atención es un proceso complejo, relacionado con actividades como seleccionar información relevante sobre lo irrelevante, mantener la atención de forma constante durante un tiempo prolongado o realizar una actividad evitando distractores. El déficit de atención no implica una incapacidad total para mantener la atención, el alumno con TDAH puede atender como cualquier otro en determinadas circunstancias, pero a costa de una fatiga mucho mayor. Su falta de atención no es incompatible con cierto éxito en tareas de este tipo cuando: 
  • Su motivación es muy elevada.
  • Compensa con un nivel elevado de capacidad y buenas estrategias.
  • Se encuentra enfocado o redirigido en una actividad.
Los niños con TDAH pueden tener mucha dificultad en la atención en situaciones en las que la estimulación es lenta y monótona. Mantener la atención en situaciones de este tipo les produce una fatiga mayor que a los demás alumnos, reflejándose en:
  • Buen rendimiento inicial seguido del abandono de la tarea.
  • Rendimiento inconstante (conecta y desconecta en la tarea).
  • Una dedicación prolongada pero con múltiples errores producto de la fatiga.
  • Trabajo adecuado pero extremadamente lento.
                         HIPERACTIVIDAD CAPTAR ATENCIÓN ALUMNOS    

En general, para el profesorado es importante captar y mantener la atención del alumnado durante todo el tiempo, así como prestar atención a todos los alumnos de manera equitativa, ya que los procesos atencionales tienen una  influencia considerable sobre el control y el rendimiento del alumnado. 

Es necesario utilizar estrategias para captar y mantener la atención del alumnado, prestando el profesor atención a cada alumno en la medida que lo necesita y de manera más acusada a los niños hiperactivos, ya que como sabemos existe un déficit en los mecanismos atencionales.

 Un clima de atención generalizado es una condición previa imprescindible para empezar cualquier actividad escolar y la forma de iniciar la clase es a menudo decisiva, condicionando todo lo que sucede a continuación. Todo ello se traduce en la creación de unas condiciones favorables para el trabajo. 

Estrategias generales:

1.- Crear rutinas de inicio rápido en clase: Conviene planificar la forma de iniciar las clases y practicarla hasta hacer de ella un hábito para el profesor y para los alumnos. Es necesario habituarlos desde principios de curso a un inicio rápido, posponiendo las rutinas distractoras (pasar lista, hacer comentarios,..) a otros momentos, poniendo especial énfasis en cumplir y hacer cumplir todo lo referente a puntualidad, preparación previa del material que se va a utilizar y consecución de un clima de atención generalizada como requisito para empezar
.
2.- Empezar con actividades incompatibles con la distracción: una forma de acelerar la concentración y evitar la distracción inter-clases es empezar con actividades incompatibles con la distracción (preguntas sobre lo tratado el día anterior o interrogantes que provoquen curiosidad e interés, abrir el libro por la página?).

3.- No empezar sin la atención de todos: Hay que asegurar la atención concentrada de todos los alumnos sin excepción como requisito previo imprescindible, si se empieza permitiendo que algunos alumnos prosigan con sus distracciones, se estará transmitiendo la idea implícitamente de que se puede continuar charlando.
Si se distrae durante las explicaciones, la estrategia a utilizar es utilizar todos los recursos metodológicos de que dispongamos: podemos apoyar las explicaciones con apoyos visuales.
  • Cambiar la entonación. El control del tono de voz es un medio muy importante para el manejo de los alumnos con TDAH.
  • Plantear al alumno preguntas frecuentes durante las explicaciones y ofrecer una retro-alimentación inmediata de sus respuestas. No con la intención de pillarle sino por mantenerle activo.
  • Mantener un contacto ocular tan frecuente como resulte apropiado.
  • Utilizar claves o señales, no verbales, previamente acordadas con el alumno, para redirigir su atención sin interrumpir la clase. Por ejemplo, gestos con la mano, señalarse los ojos para indicar "mira", o los oídos para indicar "escucha", una palmada en el hombro, etc.
  • Controlar los distractores y/o estímulos que hay en el aula para que el alumno no se despiste con ellos.
  • Procurar sentar al alumno cerca del profesor o donde pueda supervisarlo con facilidad.
  • Colocar al lado del estudiante con déficit de atención, compañeros que sean.
  • Modelos apropiados, es decir, que suelan estar atentos, ordenados, que cumplan las órdenes?
  • No le pidamos algún trabajo o actividad en los últimos cuatro minutos de clase ¡nadie nos atiende!.
  • Si durante las explicaciones parece o escuchar, pinta sus cuadernos o juega con cualquier cosa, la estrategia a seguir sería:
  • En primer lugar, recordar que la ausencia de contacto ocular con el profesor y el ver al alumno dedicado a otra actividad no siempre quiere decir que el alumno no esté escuchando el discurso o no esté comprendiendo lo que se dice.
    • Recordar que los alumnos con TDAH necesitan dar salida a su actividad realizando alguna tarea manipulara mientras se mantienen escuchando.
    • Si la conducta del alumno no interfiere a los demás y no parece crearle problemas para seguir la clase, podemos tolerar este tipo de conductas.
    • Solamente retiraremos aquellos objetos con los que el alumno se distrajera verdaderamente.
  • Si comete errores en los ejercicios por falta de atención, el entrenamiento en estrategias de compensación aumenta su eficacia:
    • Enseñar al alumno que la realización de tareas que se le encomiendan se divide en dos pasos importantes:
      • 1. La ejecución de la tarea
      • 2. La revisión de la misma
    • Dar tiempo para que termine con tranquilidad un examen y obligarle a que lo revise antes de entregarlo.
    • Ayudarlo a tomar conciencia de los errores, dándole pautas para que sea él mismo quien lo descubra.

6 CONSEJOS PARA AYUDARTE CON LOS NIÑOS Y NIÑAS DESOBEDIENTES.




  • Ejerce Disciplina positiva, poniendo límites a determinadas conductas.
Los niños y niñas necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Esto les aporta seguridad. Están aprendiendo como deben comportarse y en determinados momentos no saben cuáles son las conductas y actitudes adecuadas.
Por ejemplo, cuando el pequeño se enfada y pega a otros niños: le diremos claramente “no se pega” y le ofreceremos otra alternativa, para que sepa lo que tiene que hacer “si estas enfadado por algo se lo dices a tu amiguito, le dices lo que quieres o te gustaría”.
  • Establece Normas claras, sencillas y consensuadas.
Las normas deben ser claras, sencillas y consensuadas por todos. Las normas no deben ser vistas como una imposición, sino como unas reglas que todos debemos cumplir para una convivencia tranquila y feliz. Por ello debemos establecer las normas entre todos. Estas normas también deben ser claras y sencillas, es decir si algo no se puede hacer, no se puede hacer nunca, una norma que a veces es obligatoria y otras veces no lo es, lleva a que los pequeños no la comprendan y piensen que se la pueden saltar.
  • Refuerza el buen comportamiento.
No solo debemos prestar atención a los niños y niñas cuando nos desobedezcan o se porten mal, si hacemos esto, ellos llamarán nuestra atención con estas conductas.
Es importante señalarles lo que hacen bien, decirles lo contentos que estamos cuando han obedecido y prestarles atención.
  • Flexibilidad y autoridad democrática.
En importante que los pequeños comprendan el sentido de las reglas, para ello están no deben ser vistas como una imposición porque si. Para ello dialoga con ellos, escúchales y llega a acuerdos. A veces es bueno ceder en algo, les damos capacidad de elección.
Por ejemplo si quiere elegir la ropa que quiere ponerse le dejamos, si quiere elegir la comida o la hora de irse a dormir no le dejamos hacerlo.
  • Cuando la norma no se cumpla y el niño o niña desobedezca, actúa rápida e inmediatamente.
No entres en discusiones y peleas, simplemente no permitas que se salga con la suya. Por ejemplo: Le pedimos al niño que apague la tele y vaya a su cuarto a dormir, se niega a hacerlo. Simplemente apagamos la tele y le llevamos a su cuarto. Si llora o se queja, no entramos con él en una discusión o pelea, le decimos que es lo que hay que hacer, le tratamos con cariño y atención, pero no entramos en la lucha.
Debemos intentar que el pequeño se calme.
 El castigo sólo hará que se enfade más y que nos desespere más a nosotros. Usaremos entonces el tiempo fuera, le llevamos a un lugar agradable para pensar, donde se sienta a gusto y le facilite de esta forma la relajación. Si se niega, seremos nosotros los que nos vayamos a otro lugar, haciendo el tiempo fuera, le damos ejemplo y nos calmamos también.
  • Dale Cariño, y se comprensivo.
Debemos comprender la edad y etapa por la que pasan los pequeños, ser conscientes de que están formando su identidad.
No desesperar y entenderlos, a fin de cuentas los adultos somos nosotros.

7 de enero de 2016

COMO TRATAR AL NIÑO DE EDAD ESCOLAR QUE TARTAMUDEA.


La detección temprana o precoz de la tartamudez es vital para el futuro del niño, por lo que es muy importante realizar una consulta preventiva con un terapeuta del lenguaje especializado y no esperar, ya que cuanto más cerca del inicio del síntoma se intervenga, mejor será el resultado.

 Actualmente existen determinados métodos de diagnóstico modernos que permiten diferenciar los errores normales de la fluidez de las expresiones indicadoras del inicio de una tartamudez; estableciendo distintos tipos de tratamiento y de intervención, que pueden ser directamente con el niño (intervención directa) o a través de sus padres (intervención indirecta), forma que se suele utilizar en los más pequeños..


Cuando las necesidades específicas de apoyo educativo del alumnado, se asocian con altas capacidades intelectuales, el cumplimiento de los principios y fines citados en el párrafo anterior, exigen la puesta en marcha de procesos de identificación y valoración de las necesidades educativas presentadas, así como la adopción de planes de acción adecuados a las mismas.



El alumnado con altas capacidades intelectuales presenta características diferenciales asociadas a sus capacidades personales, su ritmo y profundidad de aprendizaje, su motivación y grado de compromiso con las tareas, sus intereses o su creatividad. 
Su atención educativa debe realizarse en el marco educativo ordinario, y no sólo debe orientarse a la estimulación de su desarrollo cognitivo, sino que también debe contemplar un desarrollo equilibrado de sus capacidades emocionales y sociales.
Con objeto de impulsar una respuesta educativa ajustada a las necesidades de estos alumnos
y alumnas, presentamos a la comunidad educativa la presente publicación, enmarcada dentro de la colección “Manual de atención al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.




4 de enero de 2016

EVALUACIÓN DE LA AUDICIÓN DE LOS NIÑOS.


En los primeros años de vida, la audición es un aspecto fundamental del desarrollo social, emocional y cognitivo de un niño. Incluso una pérdida leve o parcial de la audición puede afectar la capacidad de un niño de hablar y entender el lenguaje.
La buena noticia es que los problemas de la audición son tratables si se los toma a tiempo, idealmente antes de que un bebé cumpla tres meses. Por lo tanto, es importante hacer exámenes tempranos de la audición de su hijo y evaluaciones regulares.

Causas de la pérdida de audición


La pérdida de audición es una anomalía congénita frecuente que afecta aproximadamente entre uno y tres de cada 1000 bebés. Una cantidad de factores puede llevar a la pérdida de audición, y, casi la mitad de las veces, no se encuentra una causa.
Puede ocurrir la pérdida de audición si un niño:
  • nació de manera prematura
  • permaneció en la unidad de cuidados intensivos neonatales (NICU)
  • tuvo una alta concentración de bilirrubina y necesitó una transfusión
  • recibió medicamentos que pueden causar la pérdida de audición
  • tiene antecedentes familiares de pérdida de audición infantil
  • tuvo complicaciones en el parto
  • tuvo infecciones frecuentes en los oídos
  • tuvo infecciones, como meningitis o citomegalovirus
  • estuvo expuesto a sonidos o ruidos muy fuertes, incluso por un tiempo corto.

¿Cuándo se debe evaluar la audición?


En la mayoría de los niños que nacen con pérdida de audición es posible hacer un diagnóstico mediante una prueba de la audición. Sin embargo, en algunos casos, este trastorno se debe a infecciones, traumas y niveles de ruido perjudiciales, y el problema no se manifiesta hasta una etapa posterior de la niñez. De modo que es importante evaluar la audición de los niños periódicamente durante el crecimiento.
Hay que hacerle a su bebé recién nacido una prueba de la audición antes del alta hospitalaria. Actualmente, todos los estados y territorios de los Estados Unidos han establecido un Programa de Detección Auditiva e Intervención Tempranas (Early Hearing Detection and Intervention, EHDI), a fin de identificar a todos los niños nacidos con pérdida de audición permanente antes de que cumplan tres meses y brindarles servicios de intervención antes de que cumplan seis meses. Si la prueba no se realiza o el bebé nació en casa o en una maternidad, es importante que se haga dentro de las tres primeras semanas de vida.
Si la prueba de audición del bebé no es satisfactoria, no necesariamente significa que tiene pérdida de audición. Debido a que los restos o el líquido en el oído pueden dificultar la prueba, esta suele realizarse nuevamente para confirmar el diagnóstico.
Si la prueba inicial de la audición del recién nacido no es satisfactoria, es importante repetirla en el término de tres meses, para poder comenzar un tratamiento de inmediato. El tratamiento para la pérdida de audición puede ser más eficaz si se comienza antes de que el niño cumpla seis meses.
Los niños cuya audición es aparentemente normal deben continuar con las evaluaciones de la audición en las visitas regulares al médico. Por lo general, las pruebas de la audición se realizan a los 4, 5, 6, 8, 10, 12, 15 y 18 años, y en cualquier otro momento si hay un motivo de preocupación.
No obstante, si su hijo parece tener un problema auditivo, si el desarrollo del habla no parece normal o si es difícil entender lo que el niño dice, hable con el médico.

Síntomas de la pérdida de audición


Incluso si la prueba de la audición del recién nacido es satisfactoria, siga observando los signos que indican que la audición es normal. Algunos logros auditivos que su hijo debe alcanzar en el primer año de vida:
  • La mayoría de los lactantes recién nacidos se sobresaltan o "asustan" ante los ruidos fuertes y repentinos.
  • A los tres meses, un bebé por lo general reconoce la voz de los padres.
  • A los seis meses, por lo general un lactante puede mirar o girar la cabeza hacia el lugar desde donde proviene un sonido.
  • Es frecuente que, a los 12 meses, un niño pueda imitar algunos sonidos y decir unas pocas palabras, como "mamá" o "adiós".
A medida que el bebé crece hasta convertirse en un niño pequeño, los signos de pérdida de audición pueden incluir:
  • limitaciones en el habla, habla deficiente o falta de habla
  • falta de atención frecuente
  • dificultades de aprendizaje
  • necesidad de subir el volumen del televisor
  • falta de respuesta al nivel ruido conversacional o respuesta inadecuado.

Tipos de pérdida de audición


La pérdida de audición conductiva es causada por una interferencia en la transmisión del sonido al oído interno. Los lactantes y los niños pequeños frecuentemente desarrollan pérdida de audición conductiva debido a infecciones en los oídos. Esta pérdida de audición suele ser leve, transitoria y tratable con medicamentos o cirugía.
La pérdida de audición neurosensorial se relaciona con la malformación, la disfunción o el daño en el oído interno (cóclea) y, en contadas ocasiones, se debe a problemas en la corteza auditiva del cerebro. El tipo más común es la pérdida de audición coclear, y esto puede afectar a una parte específica de la cóclea (células ciliadas internas, células ciliadas externas o ambas). Por lo general, existe al momento del nacimiento y puede ser hereditaria o causada por una serie de problemas médicos, aunque a veces su origen es desconocido. Este tipo de pérdida de audición suele ser permanente.
El grado de pérdida de audición neurosensorial puede ser leve, moderado, grave o profundo. A veces, la pérdida es progresiva (la audición es cada vez más deficiente) y en ocasiones es unilateral (un oído solamente).
Debido a que la pérdida de audición puede ser progresiva, deben realizarse pruebas audiológicas repetidas. Por lo general, la pérdida de audición neurosensorial no se puede revertir médica ni quirúrgicamente; sin embargo, los audífonos pueden ser de ayuda para los niños con este tipo de pérdida de audición.
La pérdida de audición mixta ocurre cuando están presentes la pérdida de audición conductiva y la neurosensorial.
La pérdida de audición central ocurre cuando la cóclea funciona correctamente, pero no así otras partes del cerebro. Es un tipo menos frecuente de pérdida de audición y es más difícil de tratar.
Los trastornos de procesamiento auditivo (APD) no son exactamente un tipo de pérdida de audición porque las personas que los padecen suelen escuchar bien cuando el entorno es silencioso. Sin embargo, la mayoría tiene grandes dificultades para escuchar cuando hay ruidos, que representa el entorno típico en el que vivimos. En la mayoría de los casos, los APD se pueden tratar con una terapia adecuada.

Cómo se evalúa la audición


Se pueden usar varios métodos para evaluar la audición de un niño, en función de su edad, desarrollo y estado de salud.
Las pruebas del comportamiento implican la observación cuidadosa de la respuesta conductual del niño a los sonidos, como el discurso calibrado y los tonos puros. Los tonos puros son las distintas frecuencias de los sonidos. Algunas veces se usan otras señales calibradas para obtener información sobre la frecuencia.
Las posibles respuestas conductuales son: que un lactante realice movimientos oculares, que un niño pequeño gire la cabeza, que un niño en edad preescolar coloque la pieza de un juego o que un niño en edad escolar levante la mano. Las respuestas habladas pueden incluir la identificación de una palabra en imágenes o la repetición de palabras a niveles suaves o cómodos. Los niños muy pequeños son capaces de realizar una serie de pruebas de comportamiento.

Pruebas fisiológicas

Las pruebas fisiológicas no son pruebas de audición, sino mediciones que pueden calcular en parte la función auditiva. Se las utiliza para los niños que no se pueden evaluar desde el punto de vista del comportamiento (porque son muy pequeños, tienen un retraso en el desarrollo u otros problemas médicos) y a cualquier edad para determinar qué función del sistema auditivo es la que falla.

Prueba de respuesta auditiva evocada del tronco del encéfalo (ABR)


Para esta prueba, se colocan diminutos auriculares en los canales auditivos y pequeños electrodos (que se parecen a pequeños adhesivos), y se acomodan detrás de la cabeza y sobre la frente. Por lo general, se introducen sonidos similares a clics a través de los auriculares, y los electrodos miden la respuesta del nervio auditivo a los sonidos. Una computadora calcula la media de estas respuestas y muestra formas de onda.
El lactante puede estar dormido naturalmente o sedado para esta prueba. A los niños mayores dispuestos a cooperar se les realiza la prueba en un ambiente silencioso mientras están concentrados en imágenes.
Puesto que existen formas de onda características para la audición normal en ciertas partes de la gama de sonidos, un ABR normal puede predecir con bastante exactitud que el oído interno y la parte inferior del sistema auditivo (tronco del encéfalo) funcionan normalmente en esa sección de la gama. Un ABR anormal puede deberse a la pérdida de audición, pero también a algunos problemas médicos o dificultades en la medición.

Prueba de respuesta auditiva de estado estable (ASSR)


Para la ASSR, el lactante por lo general está dormido o sedado. Esta es una prueba nueva que en la actualidad debe realizarse junto con el ABR para evaluar la audición.
Se transmite el sonido a través de los canales auditivos, y una computadora recoge la respuesta del cerebro al sonido y automáticamente establece el nivel de audición. Esta prueba aún está en desarrollo y no se debe utilizar sola sino junto con un ABR.

Prueba de emisiones otoacústicas (OAE)


Esta prueba breve se realiza con un lactante dormido o un niño mayor que puede permanecer sentado sosegadamente. Se coloca una sonda pequeña en el canal del oído, y luego se introducen muchos sonidos de tipo pulso y se graba una respuesta de tipo "eco" de las células ciliadas externas del oído interno. Una computadora calcula la media de estas grabaciones.
Una grabación normal está asociada con el correcto funcionamiento de las células ciliadas externas. En algunos casos, a pesar de que el funcionamiento de las células ciliadas externas es correcto, puede haber pérdida de audición si se debe a problemas en otras partes de las vías auditivas.
Las pruebas de ABR o el OAE se utilizan en los hospitales para hacer exámenes a los recién nacidos. Si el examen de un bebé no resulta satisfactorio, la prueba por lo general se repite. Si el examen vuelve a indicar que hay un problema, se deriva al bebé para una evaluación completa de la audición.

Timpanometría


La timpanometría no es una prueba de audición sino un procedimiento que puede demostrar si el tímpano se mueve satisfactoriamente cuando se introducen un sonido suave y aire a presión en el canal auditivo. Es útil para identificar problemas en el oído medio, como la acumulación de líquido detrás del tímpano.
Un timpanograma es una representación gráfica de una timpanometría. Una línea "plana" en un timpanograma puede indicar que el tímpano está inmóvil, mientras que un patrón "de picos" suele indicar que el funcionamiento es normal. Junto con la timpanometría se debe realizar un examen visual del oído.

Prueba de reflejo muscular del oído medio (MEMR)


La prueba de MEMR evalúa la respuesta del oído a los sonidos fuertes. En un oído sano, los sonidos fuertes estimulan un reflejo y provocan la contracción de los músculos del oído medio.
Para la prueba del MEMR (también llamada prueba de reflejo acústico) se introduce una sonda de goma en el canal auditivo. Se envían sonidos fuertes a través de las sondas colocadas en los oídos, y una máquina registra si los sonidos estimulan un reflejo. A veces, la prueba se realiza mientras el niño duerme.

¿Quiénes realizan las pruebas de audición?


Un audiólogo pediátrico se especializa en evaluar y ayudar a los niños con pérdida de audición, y trabaja en estrecha colaboración con médicos, educadores y terapeutas del habla y el lenguaje.
Los audiólogos tienen una gran capacitación especializada. Poseen maestrías o doctorados en audiología, han realizado residencias y están certificados por la Asociación Estadounidense del Habla, el Lenguaje y la Audición (American Speech-Language-Hearing Association) (Certificado de Competencia Clínica en Audiología o CCC-A, por sus siglas en inglés), o bien son Miembros de la Academia Estadounidense de Audiología (Fellows of the American Academy of Audiology o F-AAA, por sus siglas en inglés).

Tratamiento para la pérdida de audición


Los audífonos son el principal tratamiento no médico para la pérdida de audición neurosensorial. El tipo de pérdida de audición más común incluye la disfunción de células ciliadas externas; los audífonos permiten amplificar el sonido para superar este problema. Los componentes básicos de un audífono son el micrófono, el amplificador y el receptor. Una serie de opciones de circuitos modifican la forma en que el audífono hace que ciertos sonidos sean más fuertes.
Hay varios modelos de audífonos; algunos se usan en el cuerpo mientras que otros se colocan detrás o dentro de la oreja. Algunos audífonos especializados se fijan en el hueso del cráneo para enviar ondas de sonido directamente a la cóclea y pueden utilizarse en los casos de pérdida de audición conductiva no tratable con audífonos estándar.
Ningún modelo o fabricante específico es mejor: la selección del audífono depende de las necesidades individuales del niño. La mayoría de los niños con pérdida de audición bilateral (en ambos oídos) usan dos audífonos.
Los audífonos son costosos debido a su tecnología sofisticada, y su costo mínimo es de varios cientos de dólares. Lamentablemente, las compañías de seguros de salud no suelen cubrirlos, aunque varios estados exigen ahora que el seguro cubra al menos parte del costo. En caso de problemas financieros, una familia puede reunir las condiciones para recibir ayuda a través de un programa gubernamental.
Un dispositivo especializado de amplificación llamado sistema de FM puede ser de ayuda en la escuela. A veces, los sistemas de FM reciben el nombre de "entrenadores auditivos". Pueden estar disponibles en el aula para mejorar la audición en entornos grupales o ruidosos y, también, pueden adaptarse para su uso personal o en el hogar. Otros dispositivos de ayuda para la audición o de alerta pueden ser útiles para los niños mayores.
Además de los audífonos o los sistemas de FM, la rehabilitación de la audición puede incluir terapia auditiva o para escuchar y lectura del habla (de los labios).
Un implante coclear no permite recuperar la audición, sino que transmite información acústica a través de la cóclea dañada directamente al nervio de la audición. Está destinado a los niños con pérdida de audición profunda para los que los audífonos no son de utilidad.

LA TERAPIA DEL LENGUAJE Y DEL HABLA.


Posiblemente en una conferencia reciente para padres y maestros, los maestros le expresaron su preocupación acerca de que su hijo podría tener un problema con el habla o el lenguaje. O quizás mientras ha hablado con su hijo, se ha dado cuenta de que tartamudea de vez en cuando. Quizás su hijo tiene un problema. Y si este fuera el caso, ¿qué debe hacer?
Intervenir a tiempo es un buen consejo. Una evaluación por un patólogo certificado en problemas del habla y del lenguaje puede determinar si su hijo tiene dificultades.

¿Qué es la terapia del habla y del lenguaje?


La terapia del habla y del lenguaje es el tratamiento para la mayoría de los niños con discapacidades del habla y aprendizaje del lenguaje. Las discapacidades en el habla se refieren a problemas con la producción de sonidos, mientras que los problemas con el aprendizaje del lenguaje son las dificultades al combinar las palabras para expresar ideas.

Trastornos del habla y del lenguaje


  • Los trastornos de articulación - dificultad producir sonidos en las silabas y al emitir palabras de forma incorrecta de modo que otras personas no pueden entender lo que la persona está diciendo.
  • Trastornos con la fluidez del habla con problemas que incluyen tartamudez - una condición donde el habla se interrumpe debido a pausas anormales, repeticiones o sonidos prolongados y silabas.
  • Resonancia o trastornos de la voz - incluye problemas con el tono, el volumen o la calidad de la voz. Distrae a los oyentes de lo que se está diciendo. Estos tipos de trastornos también pueden causar dolor al niño o hacerle sentir incómodo cuando está hablando.
  • Disfagia oral/trastornos de la alimentación - incluye dificultades al comer o al tragar.
Los trastornos del lenguaje pueden ser receptivos o expresivos:
  • Los trastornos receptivos se refieren a las dificultades al entender o procesar el lenguaje
  • Los trastornos expresivos incluyen dificultades para combinar palabras, vocabulario limitado o inhabilidad de usar el lenguaje en forma socialmente apropiada.

Especialidades en terapias del habla y del lenguaje


Los fonoaudiólogos (Speech-Language Pathologists o SLPs en Inglés), generalmente conocidos como terapeutas del habla, son profesionales educados en el estudio de la comunicación humana, su desarrollo y sus trastornos. Estos profesionales tienen como mínimo una maestría y una licencia del estado en esta especialidad, así como un certificado o una competencia clínica de La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición ASHA (American Speech-Language-Hearing Association (ASHA)).
Al evaluar las habilidades del habla, lenguaje, comunicación cognitiva y la forma de tragar de los niños y adultos, los patólogos del habla y del lenguaje pueden identificar problemas en la comunicación y la mejor manera de tratarlos.
Los fonoaudiólogos  atienden los trastornos en la articulación del lenguaje, problemas con su fluidez, trastornos orales, motores y de la voz, así como trastornos en el lenguaje receptivo y expresivo.

Remedios


En la fonoaudiología, el terapeuta apropiado trabajará con el niño individualmente, en un pequeño grupo o directamente en un aula de clase para sobrellevar las dificultades que incluye cada trastorno en particular.
Los terapeutas utilizan una variedad de estrategias incluyendo:
  • Actividades de intervención del lenguaje. En estos ejercicios el Patólogo del Habla y del Lenguaje interactúa con un niño jugando y hablando. El terapeuta puede utilizar fotos, libros, objetos o eventos actuales para estimular el desarrollo del lenguaje. El terapeuta también puede pronunciar correctamente las palabras como ejemplo y utilizar ejercicios de repetición para fortalecer el habla y los mecanismos del lenguaje.
  • Terapia de la articulación. Los ejercicios de articulación o producción de los sonidos incluyen la pronunciación correcta de sonidos y silabas por parte del terapeuta generalmente durante actividades de juego. El terapeuta le demostrará físicamente al niño cómo emitir ciertos sonidos como el sonido de la “r” y cómo mover la lengua para producir ciertos sonidos.
  • Terapia oral y motora de la alimentación. El terapeuta utilizará una variedad de ejercicios, incluyendo el masaje facial, y movimientos para ejercitar la lengua, labios y mandíbula que fortalecen los músculos de la boca. El terapeuta también trabajará con diferentes texturas y temperaturas de alimentos para incrementar la atención oral del niño mientras come y traga.

¿Cuándo es necesaria la terapia?


Los niños pueden necesitar fonoaudiología por una variedad de razones:
  • Problemas de audición
  • Retrasos cognitivos (intelectuales, del raciocinio) u otros retrasos del desarrollo
  • Musculatura oral débil
  • Defectos de nacimiento como el labio leporino
  • Autismo
  • Problemas motores
  • Problemas respiratorios (trastornos de la respiración)
  • Trastornos al tragar
  • Lesiones cerebrales traumáticas
La terapia debe comenzar lo antes posible. Los niños que reciben terapia temprano en su desarrollo (aquellos menores de 3 años de edad) tienden a tener mejores resultados que aquellos que comienzan la terapia más tarde. Esto no quiere decir que los niños mayores no se benefician de la terapia sino que lo hacen a un ritmo más lento porque ya han aprendido otros patrones que deberán cambiar.

Encontrando a un terapeuta


Es importante cerciorarse que el terapeuta que usted elija, haya sido certificado por ASHA. Este certificado confirma que el terapeuta tiene como mínimo una maestría en esta especialidad, se ha examinado con éxito en una prueba nacional, y ha completado un programa de beca clínica bajo supervisión.
Algunas veces los asistentes en las terapias (los cuales generalmente han completado una licenciatura asociada de dos años o una licenciatura universitaria) pueden ayudar a administrar servicios de terapia del lenguaje bajo la supervisión de un terapeuta certificado por ASHA. El terapeuta de su hijo debe tener una licencia certificada de su estado y tener experiencia profesional en el trastorno especifico de su hijo.
Usted puede pedirle al doctor de su hijo o a uno de los maestros en la escuela que le recomiende a un especialista. También puede chequear el directorio telefónico local. Las asociaciones de su estado especializadas en patologías del habla y del lenguaje, y audición, también mantienen listados de terapeutas certificados y licenciados.

Ayudando a su hijo


Los expertos consideran que involucrar a los padres es crucial para el progreso del niño en este tipo de terapia.
Los padres son una parte muy importante en la terapia y ayudan a determinar el éxito del programa. Los niños que completan el programa con más éxito y con los mejores resultados a largo plazo son aquellos cuyos padres han estado involucrados.
Pregúntele a su terapeuta sobre la mejor forma de ayudar a su hijo en la terapia. Por ejemplo, es importante que usted ayude a su hijo a realizar las actividades de estimulación en casa que sugiera el terapeuta, para asegurar el progreso continuo y la práctica de los nuevos hábitos aprendidos.
El proceso de superar un trastorno del lenguaje puede tomar algún tiempo. Por ello, es importante que todos los miembros de la familia sean pacientes y entiendan la situación del niño.

RETRASO EN EL DESARROLLO DEL HABLA O EL LENGUAJE.


Su hijo ya tiene 2 años y apenas habla. Dice unas pocas palabras pero, en comparación con otros niños de su edad, usted cree que tiene bastante retraso. Usted recuerda que su hermana era capaz de armar frases completas a la misma edad. Con la esperanza de que su hijo se acabará poniendo al día más adelante, usted pospone la búsqueda de ayuda profesional. Hay niños que caminan muy pronto y otros que hablan muy pronto, se dice. No hay por qué preocuparse...
Esta situación es bastante habitual entre los padres de niños en quienes el habla se desarrolla más despacio de lo habitual. A menos que también observen retrasos en otras áreas del desarrollo inicial del niño, los padres pueden dudar sobre si deberían o no buscar ayuda profesional. Algunos justifican el retraso del habla de sus hijos diciéndose a sí mismos que "ya madurará" o que "a mi hijo le interesa más moverse que hablar".
Conocer qué es "normal" y qué no lo es en el desarrollo del habla y del lenguaje puede ayudarle a saber si usted debería preocuparse o si su hijo está evolucionando según lo esperable en ambos ámbitos.

Desarrollo normal del habla y del lenguaje


Es importante que en cada una de las revisiones médicas sistemáticas a que se someta su hijo, hable con su pediatra sobre el habla y el desarrollo del lenguaje del niño, así como sobre otros aspectos de su proceso evolutivo que le preocupen. Puede ser difícil saber si su hijo solo es inmaduro en su capacidad para comunicarse o si tiene algún problema que requeriría una atención profesional.
Las siguientes normas de referencia sobre el desarrollo pueden servirle de guía:

Antes de los 12 meses


Es importante observar a los niños de esta edad a fin de detectar indicadores de que utilizan la voz para relacionarse con su entorno. El gorjeo y el balbuceo son las fases iniciales del desarrollo del habla. Cuando los bebés se hacen mayores (a menudo en torno a los 9 meses), empiezan a unir sonidos, a incorporar las distintas entonaciones del habla y a decir palabras como "mamá" y "papá" (aunque sin entender qué significan).
Antes de los 12 meses, los bebés deberían ser receptivos a los sonidos y empezar a reconocer nombres de objetos de uso común (por ejemplo, biberón, chupete, etc.). Los bebés que observan atentamente su entorno pero no reaccionan al sonido es posible que presenten pérdidas auditivas (o hipoacusias).

Entre los 12 y los 15 meses


Los niños de esta edad deberían tener un amplio abanico de sonidos en su balbuceo (como p, b, m, d, o n), empezar a imitar y a aproximarse a los sonidos y palabras que modelan los miembros de su familia y típicamente decir una o más palabras (excluyendo "mamá" y "papá") de forma espontánea. Los nombres suelen ser las primeras palabras que utilizan los bebés, como "bebé" y "pelota". Su hijo también debería entender y seguir instrucciones de un solo paso ("Por favor, pásame el juguete" y similares).

De los 18 a los 24 meses


Aunque hay una gran variabilidad, la mayoría de los niños dicen unas 20 palabras cuando tienen aproximadamente 18 meses y unas 50 o más cuando cumplen 2 años. En torno a esta edad, los niños empiezan a combinar dos palabras en frases muy simples, como "bebé llorar" o "papá grande". Un niño de 2 años debería poder identificar objetos de uso común (tanto cuando el objeto está presente como cuando se trata de imágenes del objeto), señalar sus ojos, sus orejas y su nariz cuando alguien se las menciona y seguir instrucciones de dos pasos (como "Por favor, recoge el juguete y dámelo").

De 2 a 3 años


Los padres suelen presenciar grades avances en el habla de sus hijos a esta edad. El vocabulario del niño debería crecer considerablemente (demasiadas palabras para poderlas contar) y el niño debería combinar de forma sistemática tres o más palabras en frases más largas.
Su comprensión también debería mejorar; con 3 años, un niño debería empezar a entender qué significa "ponlo en la mesa" o "ponlo debajo de la cama". Su hijo también debería empezar a identificar colores y a entender conceptos descriptivos (por ejemplo, grande versus a pequeño)